jueves, 6 de junio de 2013

DURÍSIMA CARTA DE FRIEDRICH NIETZSCHE A LOU ANDREAS SALOME

Lou: Que yo sufra mucho carece de importancia comparado con el problema de que no seas capaz, mi querida Lou, de reencontrarte a ti misma. Nunca he conocido a una persona más pobre que tu. Ignorante pero con mucho ingenio. Capaz de aprovechar al máximo lo que conoce. Sin gusto pero ingenua respecto de esta carencia. Sincera y justa en minucias, por tozuda en general, en una escala mayor, en la actitud total hacia la vida: Insincera. Sin la menor sensibilidad para dar o recibir. Carente de espíritu e incapaz de amar. En afectos, siempre enferma y al borde de la locura. Sin agradecimiento, sin vergüenza hacia sus benefactores… En particular: Nada fiable. De mal comportamiento. Grosera en cuestiones de honor… Un cerebro con incipientes indicios de alma. El carácter de un gato: el depredador disfrazado de animal doméstico. Nobleza como reminiscencia del trato con personas más nobles. Fuerte voluntad pero no un gran objeto. Sin diligencia ni pureza. Sensualidad cruelmente desplazada. Egoísmo infantil como resultado de atrofia y retraso sexual. Sin amor por las personas pero enamorada de Dios. Con necesidad de expansión. Astuta, llena de autodominio ante la sexualidad masculina.
 Tuyo Friedrich N
Lou Andreas-Salomé (1861-1937). Discípula predilecta de Sigmund Freud, consagró su vida a dinamitar con determinación los límites morales de su época. Mantuvo relacciones simultáneas con los amigos y filósofos Paul Ree y Friedrich Nietzche, a los que se unió en una comunidad intelectual y sexual, y protagonizando con ellos una de las más tormentosas y encarnizadas relaciones emocionales que se recuerdan. En 1897, cuando estaba casada con el orientalista alemán Friedrich-Karl Andreas, conoció en Munich a un entonces jovencísimo Rainer María Rilke, al que superaba en 14 años, y con el que mantuvo una tumultuosa relacción hasta 1899. Incluso tras su separación, Lou continuó siendo la principal confidente del poeta hasta su muerte, acaecida en 1923. A partir del año 1933, Lou Andreas Salomé asistió en medio del espanto a la llegada del nazismo, para morir desguarnecida en el año 1937, en medio de una Europa que esforzadamente preparaba su propio apocalipsis. Ésta es la última fotografía de Lou Andreas-Salomé, realizada poco antes de su muerte.




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